Supongo que a los que os guste el cine tanto como a mí sentiréis de vez en cuando la necesidad de ir al cine a ver una peli. Vale que nos hayan quitado las salas en los centros de las ciudades y tengamos que ir a centros comerciales donde el ruido de las palomitas y los refrescos se escucha más que los diálogos. Pero lo que me parece muy “injusto” es que las carteleras flojeen tanto en verano, porque el cine siempre es una buena opción para los días calurosos o para las noches de vacaciones.
Hace varias semanas que tengo la necesidad de la que os hablaba de sentarme en una butaca y disfrutar de una buena peli, pero no hay manera. Cada viernes miro la cartelera con la esperanza de que haya algún título que me atraiga, porque al precio al que están las entradas la mayoría no podemos ir para calmar nuestra ansia de ver cine.
Parece ser que el séptimo arte se ha tomado vacaciones y no volverá al trabajo hasta septiembre, cuando los festivales de cine nos presenten las novedades que podremos ver a partir de otoño.
Uno de los más tempraneros será el de Venecia en el que competirán David Cronenberg y Roman Polanski. Luego vendrá el de Toronto que se inaugurará por primera vez con un documental que estará dedicado al grupo irlandés U2. Y ya a mediados de septiembre San Sebastián se vestirá de gala para acoger a grandes cineastas.
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